Mi escapada a Estella, la Toledo del norte: qué ver, qué hacer y qué comer

El pasado fin de semana decidí escaparme a Estella, una ciudad que tenía muchas ganas de conocer desde que supe que era una de las paradas del Camino de Santiago. Me habían hablado muy bien de su patrimonio histórico y cultural, y también de su gastronomía y su naturaleza. Llegué el sábado por la mañana en autobús desde Pamplona, y me alojé en un pequeño hotel en el centro de la ciudad. Lo primero que hice fue ir a la oficina de turismo, donde me dieron un mapa y me informaron de los lugares más interesantes para visitar. Me llamó la atención que Estella tuviera tantas iglesias y palacios, y que fuera conocida como "la Toledo del norte". Empecé mi recorrido por la plaza de los Fueros, donde se celebra el mercado semanal todos los jueves. Allí pude ver el ayuntamiento, un edificio renacentista con una fachada decorada con escudos y relieves. También vi el palacio de los Reyes de Navarra, el único ejemplo de románico civil en Navarra, que alberga el museo Gustavo de Maeztu. Seguí mi camino por la calle Mayor, donde se encuentran algunas de las casas más antiguas y nobles de la ciudad. Me detuve en la iglesia de San Pedro de la Rúa, una joya del románico con una impresionante portada y un bello claustro. Entré a ver el interior, donde destaca el retablo mayor y el órgano barroco. Continué por el puente sobre el río Ega, que me llevó al barrio de San Miguel. Allí visité la iglesia del mismo nombre, que tiene una fachada gótica con un rosetón y una torre octogonal. También vi el convento de Santo Domingo, que conserva un claustro gótico y una sala capitular con pinturas murales. Después de tanto paseo, me entró hambre y decidí buscar un sitio para comer. Me recomendaron un restaurante cerca del río, donde pude degustar algunos platos típicos de la zona, como las alubias pochas con chorizo, el bacalao al ajoarriero o el cordero al chilindrón. De postre, no podía faltar el queso de Idiazábal con membrillo.
Por la tarde, seguí descubriendo más rincones de Estella. Fui a ver la iglesia del Santo Sepulcro, que tiene una portada románica con escenas del Apocalipsis y un retablo mayor plateresco. También pasé por la judería, donde se conservan restos de la antigua sinagoga y del baño ritual o mikvé. Para terminar el día, me acerqué al parque de Los Llanos, un espacio verde con árboles centenarios y zonas de ocio. Allí pude disfrutar de unas bonitas vistas de la ciudad y del río. Me senté en un banco a leer un rato y a relajarme.
Al día siguiente, me levanté temprano para aprovechar el tiempo. Quería hacer alguna ruta por los alrededores de Estella, ya que había leído que había muchos senderos y lugares de interés natural. Me decidí por la ruta del Monasterio de Irache, que se puede hacer a pie o en bicicleta. Salí del hotel y seguí las flechas amarillas que marcan el Camino de Santiago. Me sentí como un peregrino más, caminando por las calles empedradas y saludando a otros caminantes. Pronto salí de la ciudad y entré en un paisaje rural, con campos de cultivo y viñedos. Llegué al Monasterio de Irache, un conjunto monumental que data del siglo XI. Me llamó la atención su fachada barroca y su torre mudéjar. Entré a ver el claustro gótico y la iglesia románica, donde se guarda una imagen de la Virgen de Irache, patrona de los peregrinos. Junto al monasterio, se encuentra la famosa fuente del vino, donde se puede beber gratis vino de la bodega que hay al lado. No pude resistirme a probarlo, aunque solo fuera un sorbo. Me pareció un detalle muy curioso y simpático. Después de visitar el monasterio, seguí la ruta hasta el pueblo de Ayegui, donde hay una ermita románica dedicada a San Andrés. Allí me di la vuelta y regresé a Estella por el mismo camino. Fue una ruta muy agradable y fácil de hacer, que me permitió conocer un poco más la historia y la naturaleza de esta zona. Ya de vuelta en Estella, recogí mis cosas del hotel y me despedí de la ciudad. Me quedé con ganas de ver más cosas, pero me prometí volver algún día. Estella me había cautivado con su belleza, su patrimonio y su ambiente. Sin duda, una ciudad que merece la pena visitar.