Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar Cabo de Gata, el parque natural más grande de Europa y el único con clima desértico. Fue una experiencia increíble que quiero compartir con vosotros.
De Almería a Cabo de Gata: un paisaje de película
Llegué a Almería en avión y desde allí cogí un coche de alquiler para recorrer los 50 kilómetros que me separaban de Cabo de Gata. El paisaje era impresionante: montañas áridas, campos de cactus, salinas y el mar azul al fondo. Me sentía como en una película del oeste.
San José: el pueblo más turístico de Cabo de Gata
Mi primera parada fue el pueblo de San José, el más grande y turístico de la zona. Allí me alojé en un hotel con vistas al puerto y a la playa. San José es un lugar ideal para disfrutar del sol, la arena y el agua. Tiene dos playas principales: la del pueblo y la de Genoveses, ambas de arena fina y aguas cristalinas. También hay otras calas más pequeñas y recónditas, como la de los Amarillos o la de San Pedro, a las que se puede acceder a pie o en barco.
La playa de Mónsul: una joya natural
Desde San José se pueden hacer varias excursiones por el parque natural. Una de las más populares es la que va hasta la playa de Mónsul, una de las más bonitas y famosas de Cabo de Gata. Se trata de una playa salvaje, rodeada de dunas y rocas volcánicas,que ha sido escenario de varias películas como Indiana Jones o El viento y el león. Para llegar hay que tomar una pista de tierra que sale desde San José y que solo está abierta en verano.
El faro de Cabo de Gata: el punto más oriental de la península
Otra excursión que hice fue la que me llevó hasta el faro de Cabo de Gata, el punto más oriental de la península ibérica. El faro se encuentra sobre un acantilado que ofrece unas vistas espectaculares del mar y del arrecife de las Sirenas, un conjunto de rocas erosionadas por el viento y el agua que parecen las colas de unas sirenas. Cerca del faro hay también un centro de interpretación donde se puede aprender sobre la historia y la naturaleza del parque natural.
Rodalquilar: un oasis de paz y tranquilidad
Otro día decidí visitar el pueblo de Rodalquilar, un antiguo centro minero que hoy en día es un oasis de paz y tranquilidad. Allí me sorprendió el contraste entre las casas blancas y las ruinas.
Las minas de oro: un patrimonio histórico
Las minas de oro de Rodalquilar fueron explotadas desde la época romana hasta mediados del siglo XX. Hoy en día se pueden visitar libremente y ver los restos de las instalaciones, como los hornos, los molinos, los depósitos o los túneles. También se puede acceder al interior de algunas galerías y ver las vetas de oro. Es un lugar lleno de historia y de leyendas.
El jardín botánico El Albardinal: un tesoro vegetal
Otro atractivo de Rodalquilar es el jardín botánico El Albardinal, donde se pueden ver las plantas típicas del parque natural, muchas de ellas endémicas y adaptadas a la sequía. El jardín tiene varias zonas temáticas, como el palmeral, el cactarium, el rosal o el huerto. También hay un centro de interpretación donde se puede aprender sobre la flora y la fauna del parque natural.
La Isleta del Moro: un pueblo con encanto
Uno de los pueblos más pintorescos que vi fue La Isleta del Moro, un pequeño núcleo pesquero con casas blancas y azules que se asoma al mar. Allí pude degustar algunos platos típicos de la gastronomía local, como el arroz con bogavante, el pescado frito o las migas con sardinas. También pude ver el atardecer desde la playa, con las siluetas de los barcos y las montañas al fondo.
El peñón blanco: un mirador natural
La Isleta del Moro está dominada por el peñón blanco, una gran roca blanca que se eleva sobre el mar. Se puede subir hasta la cima por un sendero y disfrutar de unas vistas impresionantes de la costa y del pueblo. Desde allí se puede ver también la isla del Moro, una pequeña isla deshabitada que da nombre al pueblo.
La cala del Embarcadero: una playa tranquila
Cerca de La Isleta del Moro hay una cala llamada del Embarcadero, que es una playa tranquila y poco concurrida. Tiene arena fina y aguas claras, y está rodeada de rocas y vegetación. Es un lugar ideal para relajarse y bañarse.
Las salinas de Cabo de Gata: un humedal protegido
Mi último día lo dediqué a visitar las salinas de Cabo de Gata, uno de los humedales más importantes del Mediterráneo y refugio de numerosas aves migratorias. Allí pude observar flamencos, garzas, cigüeñas o gaviotas, entre otras especies. También pude ver la torre de los Lobos, una antigua fortificación que servía para vigilar la costa y evitar los ataques piratas.
Los flamencos: los reyes de las salinas
Los flamencos son las aves más características y numerosas de las salinas. Se pueden ver durante todo el año, pero especialmente en invierno y primavera, cuando llegan miles de ejemplares procedentes de África. Los flamencos se alimentan de pequeños crustáceos que les dan su color rosado. Es un espectáculo verlos volar en bandadas o posarse en el agua.
La torre de los Lobos: una defensa contra los piratas
La torre de los Lobos es una torre vigía que se construyó en el siglo XVIII para proteger las salinas y el puerto de Cabo de Gata de los ataques piratas. La torre tiene forma cilíndrica y está coronada por una cúpula. Desde allí se podía comunicar con otras torres mediante señales de humo o fuego. Hoy en día se puede visitar y ver su interior.
Conclusión: Cabo de Gata es un lugar único
Mi viaje a Cabo de Gata fue una experiencia inolvidable que recomiendo a todos los amantes de la naturaleza y la tranquilidad. Es un lugar único que conserva su esencia y su belleza a pesar del paso del tiempo. Sin duda, volveré algún día.